viernes, 25 de junio de 2010

Verón sí, Verón no: los pro y los contra

Parece que el Diego optó por dejar a Verón fuera del equipo que enfrentará a Méjico el domingo. La decisión, a priori, tiene sus costos y sus beneficios. El asunto es si era justo este el partido en que Verón no tenía que estar.
De movida, la situación de la Bruja es -como tantas otras individualidades de la Selección- especial.
Su edad, su estado físico que obviamente no es el de años antes, le quitan presencia física en esa zona fundamental donde empiezan a definirse los partidos, que es la media cancha. No hay dudas de que, en ese sentido, el aporte de Maxi Rodríguez suma más vitalidad, y también más chances de aproximarse al gol (y los mejicanos a lo mejor le tienen un poco de miedo, porque fue el que los vacunó en 2006).
Pero también es verdad que Verón, con su juego, contagia a este equipo otras cosas: seguridad en el manejo de la pelota, además de experiencia. En ocasiones, la Bruja es la brújula. A veces parece el "padrino" de Messi, aunque en ocasiones haya exagerado en afán de hacerlo sentir bien al nene, entregándole todas las pelotas -aún aquellas que no debía darle- y contenerlo con gestos y palabras.
Verón es también fundamental en el manejo de la pelota parada. No quiere decir que no se lo pueda reemplazar de algún modo: el mismo Maxi y Tévez han demostrado interesantes pegadas de derecha, incluso en este Mundial. Pero no hay dudas de que Verón es un especialista.
Méjico es un rival que se caracteriza por la posesión de la pelota: la tiene, la maneja bien, lateraliza el juego. No es, posiblemente, demasiado punzante, pero tiene la pelota. Hay dos lecturas de esa característica del rival: un modo de resolver el problema que presenta es que Argentina tenga la pelota y no se la ceda al rival; el otro, aprovechar ese estilo para robar en el medio y salir disparado rápido en contraataque. Quizá esta última sea la apuesta con Maxi en el medio.
Un detalle es que Maxi conoce bastante al entrenador mejicano: lo tuvo como DT mucho tiempo en el Atlético de Madrid.
La ausencia de Verón podía preveerse -en este post se anticipó que actuando del modo en que lo hizo contra Grecia, aún sin jugar mal, ponía en riesgo su lugar en el equipo- pero a lo mejor justo en este partido, contra este rival, era necesario.
Su ausencia contra Corea, por un lado, demostró claramente que se puede sobrevivir sin Verón en la cancha; y por otro, desnudó algunos problemas para tener la pelota e incluso para pararse mejor defensivamente: ocurrió en los primeros minutos del segundo tiempo. Cuando Verón salió frente a Nigeria, en los últimos minutos, Argentina también perdió un poco el rumbo y el dominio del partido (del terreno, del balón, de los tiempos).
Los que más pueden sufrir esa ausencia son Mascherano -a quien Verón le sirve como rueda de auxilio no tanto por sus condiciones físicas sino por su ubicuidad y experiencia- y Messi, que además de sentirse acompañado anímicamente por la Bruja, cuando Verón está en la cancha puede irse un poco más arriba, donde de veras es necesario.
Sin Verón, está claro que el equipo tendrá más velocidad, con el riesgo de caer en el vértigo; y evitará la parsimonia dejando de lado la apuesta de encontrar pausa o paciencia.
Méjico también es un equipo que utiliza con insistencia -y cierta pericia- las bandas. Y no es precisamente una especialidad de Verón contener los avances rivales por ese sector de la cancha.
La nueva disposición del equipo es una apuesta a otra juventud: eso tiene sus virtudes y beneficios, pero también arrastra algunos inconvenientes, sobre todo cuando se trata del primer partido que se juega a todo o nada. A veces, en esas ocasiones, hace falta un experimentado en asuntos de ese tipo. Tampoco es que Argentina presentará un sub-17 o no tendrá en cancha tipos con mucha historia sobre el lomo: hay unos cuantos que ya han jugado partidos de este tipo.
Lo que está claro es que se trata de una nueva apuesta maradoniana. Y desde ya, la salida del equipo titular no quiere decir -para nada- que Verón no va a estar a mano en el banco si en algún momento hace falta su pegada, su sapiencia o su inteligencia.

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