Holanda hizo lo que tenía que hacer, y sin despeinarse: ya está en los cuartos de final con el mismo paso triunfal que la Argentina, y de la mano de algunas otras coincidencias.
La Naranja, como nuestra Selección Nacional y Popular, ganó los 4 partidos que jugó. Y también es cierto -en ambos casos- que se toparon con rivales no del todo potentes. Pero además Holanda y Argentina tienen un estilo de juego con algunas similitudes: buen trato de la pelota, apuesta a los desequilibrios individuales, ciertas debilidades defensivas, problemas cuando el balón lo maneja el rival.
Frente a Eslovenia, y como se preveía, Holanda lo definió en un par de ráfagas, aunque etregó su valla invicta en el último segundo (un penal que transformó en gol Vittek, delantero que hasta ahora juega en el fútbol turco pero como premio a un interesantísimo Mundial -conquistó 4 goles- seguro será llamado desde alguna liga más importante).
Antes, sólo durante 5 minutos su victoria cómoda estuvo en riesgo: el arquero Stekelemburg mostró en un par de ocasiones que también tiene jerarquía para este nivel. Antes y después de esos sofocones, Eslovenia dejó en claro que ya estaba de más en el Mundial: el daño importante, dejar afuera a Italia, ya lo había hecho.
Holanda ha demostrado hasta ahora -contra Japón, Dinamarca, Camerún y Eslovenia- que es un equipo con buen rodaje, bien armado, seguro de sí mismo y que tiene lo que está empujando a los mejores hacia el momento de la definición: grandes jugadores, desequilibrantes, en la ofensiva. De esos que definen una historia por su cuenta.
Así como Higuaín y Tévez aparecieron por las suyas para llevarse un par de partidos, esta vez fue Roben el que demostró que está entre los mejores del mundo. Roben, que venía de una lesión, sólo había entrado contra Camerún durante un picante cuarto de hora: ese día tocó la pelota una vez y metió un furibundo remate en el palo.
Esta vez no iban ni 20 cuando hizo la jugada típica, la que a Messi todavía no se le convierte en gol: regate desde la derecha hacia el centro, buscando el perfil zurdo y el tiro al arco. Golazo, abajo, contra el primer palo. Otra muy parecida se la sacó el arquero y los dos pases de gol que sirvió no terminaron adentro por poco.
Roben es una especie de Messi, encarador, gambeteador, puzante, menos veloz que el argentino pero más maduro (tiene 3 años y medio más), lo que le permite ser más cuidadoso con la pelota, elegir más oportunamente los lugares y momentos donde arriesgar.
Y no es lo único que tiene Holanda. Además de la peligrosidad con subibajas de Van Persie y el petiso Kuyt, en los pies del 10 hay una buena porción de los éxitos naranjas: Sneijder, el todoterreno del Inter, tiene aportes riquelmeanos, incluyendo su capacidad goleadora. Es un jugador de dinámica admirable, con una pegada de clase ejecutiva, y en el que resaltan la inteligencia, la capacidad de hacer jugar a los otros y la perspicacia para entender las mejores virtudes de sus compañeros. Es como un Verón con 9 años menos.
Todo eso ofrece Holanda como candidata a estar en la final. Y más coincidencias tiene con Argentina en un punto: cuando la atacaron -que ocurrió poco- tuvo problemas bastante serios.
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