domingo, 4 de julio de 2010

Todos para uno (y uno para todos)

“La nueva tendencia indica que el fútbol va hacia lo colectivo”.
Nadie podría creer que esa fue una frase tan luego del propio Diego, después de la derrota. Sobre todo cuando su planteo resultó exactamente el contrario: una apuesta cabal y absoluta a las individualidades.

Ya estuvo escrito: el modo de conducción de Maradona -para bien y para mal- fue su no conducción. Y en ese camino depositó sus expectativas -demasiadas- en Lionel Messi, creyendo de veras que podía ser su sucesor.
Fue ése, tal vez, el más grande error de su mini-proceso (no se puede considerar que el proceso fue completo, tomando en cuenta el momento y el estado en que tomó la dirección técnica del equipo): el rol que le dio al nuevo 10, la importancia que le otorgó en el grupo y en el conjunto.
Pero la lectura es un acierto: el fútbol va hacia lo colectivo. Si es que alguna vez fue hacia otro lado.
Un posteo de hace un rato trata de decir eso: las grandes individualidades (Messi, Robinhio, Rooney, Ronaldo) se quedaron afuera. Y siguieron hasta el final las individualidades que se acoplaron a una idea colectiva. De eso se trata el fútbol, después de todo.
Alemania dio una lección de fútbol el sábado, y eso no implica que no haya estado a punto de un quiebre: Argentina estuvo a centímetros del empate, y de empezar otra historia. Pero eso no pasó. También pudo

cambiar los planes -aunque no demasiado- ese gol de Müller a los 2 minutos (el gol más tempranero de todo el Mundial, justo ahí).
Pero incluso antes de ese partido, algo se había visto: Alemania es un equipo, en el sentido literal del término. Todos para uno y uno para todos. Argentina -lo escribí acá, cuando todavía éramos felices- parecía un todos para Messi y Tévez para todos...
En el caso de Alemania, además, se da una particular participación de jugadores de diversos orígenes: los hay polacos, turcos, españoles, brasileros, africanos. La tradicional máquina teutona, de movimientos sistemáticos y orden inviolable, tiene ahora un fútbol con aportes más bien latinos, de toque, movilidad y hasta picardía criolla. Se suman dos detalles de peso, que son ventajas: los 23 de la lista juegan en la Bundesliga (7 de los titulares en el mismo equipo, que es el Bayer) y lo han hecho desde hace más de un año con la endemoniada Jabulani...

El fútbol de élite va hacia lo que planteó Alemania, y eso no quiere decir ganar siempre, sino un modo de aproximarse al mejor rendimiento: un fútbol cada vez más ofensivo, pero en el que ninguno de los jugadores -aún estrellas, aún goleadores, aún figuras- se desentiendan de funciones defensivas. Y a la vez, en el que ninguno de los jugadores que en teoría están para “defender” sean incapaces de aportes ofensivos.
La discusión que, un poco en serio y un poco jugando, armamos con Arballo antes de que arrancara todo, se resolvió por otro lado: la historia no es mediocampismo sí o mediocampismo no; la dicotomía, si es que existe, es otra: especialización o flexibilidad.
Una comparación con la historia laboral nos previene y tenemos ganas de negarnos a cualquier tipo de flexibilización. Los alemanes son, en ese sentido, muy diferentes.

Pero insisto con un concepto: la flexibilización del jugador del fútbol no es otra cosa que volver a la lógica del potrero, donde no hay tantos encargados explícitamente de defender y de atacar, sino que cada cual hace un poco de todo... Con un par de especialistas en cada materia, puede ser.
Los grandes equipos, en general, han sido eso: un colectivo solidario e inteligente -las dos virtudes futboleras más preciadas-, donde se complementan aciertos y defectos de cada quien y cada cual, donde las características se amoldan a lo que necesita ese equipo. Pero en el que la gran mayoría de sus componentes son capaces de dar distintos exámenes. Porque sino, no alcanza.
No alcanza el aparentemente infinito amor propio de Heinze para suplir la falta de rebeldía de Messi, del mismo modo que no es suficiente la técnica de Messi para suplir las tosquedades de Heinze.

Todos tienen que tener un poco de todo: estado atlético, condiciones técnicas, inteligencia táctica, ánimo positivo. El que alcanza el equilibrio justo es el mejor jugador, o el mejor equipo.
Alemania hizo dos grandes partidos contra Argentina e Inglaterra -pero antes ya había avisado- mostrando que eso se puede. Schwensteiger y Khedira, sus teóricos mediocampistas “defensivos”, pisan el área todo el tiempo. No hace falta hablar de las bondades de Schwensteiger para encarar con pelota dominada y gambetear como si fuera un wing. Tampoco respecto de sus condiciones para manejar la pelota parada en un equipo que -por ejemplo- tiene a Podolski.
Del mismo modo, Müller, el mismo Podolski, Ozil -que es un enganche, pero a la alemana- se desdoblan para recuperar la pelota y para tomar posiciones defensivas que obstaculicen los ataques rivales. Messi, Di María, Agüero, Pastore -por citar algunos ejemplos- son incapaces de esa tarea, porque no forma parte de su cultura ni de su entrenamiento.
Otro detalle puede ser menor, sobre todo para una visión futbolera que reniega del despliegue físico, pero está ahí: todos los alemanes corrieron mucho más que los argentinos. Toda estadística es relativa, y ésta también, pero los números indican que el equipo alemán recorrió tantos kilómetros como si tuviera un jugador más que Argentina en la cancha.

Maradona también pudo haber visto eso, y de ahí que abriera el paraguas en la previa con tanta insistencia, remarcando aquello de que si se corriera un maratón ya estábamos perdidos.
Está escrito en otro lado, pero insisto: correr mucho y más no es un mérito en sí mismo, pero si el que corre mucho y más encima corre bien, saca una ventaja apreciable.
Diego vio algo, desde su instinto: una tendencia ofensiva, la sensación de que gana el que pone muchos hombres en ataque. Tuvo razón, pero a medias. Eso se complementa con la capacidad de que los mismos hombres que ataquen sean capaces de defender, cada cual en su espacio, a su modo y con sus características. Es una cuestión de actitud, pero que también se trabaja: hay que convencer.
Recién en un marco colectivo las individualidades provocan el desequilibrio. Y son, además, individualidades de esta época: Maradona no juega más. Messi, que ahora es el Balón de Oro, está muy lejos de Maradona: quizá tiene la misma o mayor velocidad y es capaz de una gambeta tan o más impresionante, pero eso hay que complementarlo con inteligencia táctica y con un estado anímico que sea positivo para el equipo del que forma parte y para él mismo.
Lo mismo cabe para otros individuos del fútbol mundial: Ronaldo, Kaká, Rooney, Tévez, Robben... cada cual tiene su momento. Es lo que pasa ahora, como antes con Ronaldo, Ronaldinhio, Zidane. Son jugadores extraordinarios, enormes jugadores, pero que no permanecen más de 2, 3 o 4 años en un nivel superlativo: por cuestiones físicas, anímicas, de todo tipo. Se cansan y se estresan, también.

Si tienen alrededor un equipo que los sostenga, ese declive en sus rendimientos -que depende también de circunstancias, de rivales y hasta del azar- se nota menos. Pero a veces, sin esos equipos alrededor, acaece el derrumbe...
Por eso siempre es mejor armar la estructura y convencer: cada cual tiene que hacer una parte, cada cual tiene sus responsabilidades concretas, pero cada cual tiene que hacer un poco de todo. Eso es un equipo. Y en equipo es más fácil (y más lindo) ganar. Y si hay que perder, es preferible perder en equipo que de a uno.

4 comentarios:

Super Riquelme dijo...

Muy buena la salvedad: "si es que alguna vez fue hacia otro lado". Desde el Brasil del 70, en el que es dificil distinguir el equipo de la suma de las partes, casi todos los campeones del mundo tuvieron una importante base colectiva. Hasta la Argentina del 86, que gano solamente por Maradona, era un equipo que no hubiera perdido 0-4.
La mejor tradicion futbolistica es colectiva y la referencia obligada es la Holanda del 74. Pero si miramos a nivel de clubes, donde la idea de formar un equipo se puede hacer efectiva de verdad por el tiempo de trabajo, veremos que el colectivo se necesita para empezar a competir, pero la diferencia la hacen casi siempre las individualidades. Barcelona no es Barcelona sin Messi, aunque lo mas importantes pase por el circuito Xavi-Iniesta. Y el Inter de Mou, el paradigma de equipo mas reciente, le hace ejecutar el libreto a Eto, Sneijder y Milito.
Tal vez no necesitemos de nuevo a Bielsa. Tal vez no tengamos que subordinar los jugadores a los esquemas y perdernos de llevar a Riquelme. Tal vez alcance con darle un poco de orden a las individualidades que ya sabemos que vamos a tener en 2014 y con un poco mas de juego fluido en la mitad de la cancha, donde los equipos como Brasil y Argentina ganan y pierden los partidos.

Anónimo dijo...

Qué buena la ilustración de José Luis Salinas: de los Mosqueteros!

Anónimo dijo...

Concuerdo, pero el no es que el problema haya sido depositar expectativas en Lio messi. El problema fue dejar en el toda la responsabilidad y pedirle que ataje, marque, recupere, maneje, asista y haga goles.

Que quiero decir?. Que el problema no está en dejar a Messi como el responsable de la ofensiva, de hecho eso lo puede hacer y bien, si al lado le pones a Verón dandole la pelotita redodan, sin que tenga que bajar tanto y devolviendole alguna que otra pared.
Un tema aparte es lod e Pastore, un NN del futbol, un recien ancido, le dieron tremenda "chapa" a un pibe de 20 años, con 5 partidos bien en huracan, 6 en el Palermo de Italia y menos de un partido en la selección.

Que siga Diego si escucha a Bilardo, sino, el indicado se llama Alejandro y se apellida Sabella.

Jás dijo...

Creo que por primera vez voy a estar en sintonía con vos, peronista. No se si el nombre sea Pachorra Sabella, pero me parece que la idea sí tiene que ser esa. Creo que en algún lado se lo leí a Juan Pablo: lo colectivo y la solidaridad (que es casi lo mismo, o van muy de la mano). Me parece que antes que un nombre hay que buscar una idea más o menos que nos represente (por supuesto que con los matices individuales). Esto es cómo queremos jugar. No digo hacer un plebiscito ni una comisión ni ninguna pelotudez por el estilo. Luego, con la idea abajo del brazo, buscar quien la ponga en práctica de la mejor manera posible. Ahí si discutiremos si tiene que ser Sabella, Bianchi, Cuper, Maradona, el Toto Lorenzo o el Muñeco Madurga.