El fútbol –bien hecho– siempre es una idea. Una idea colectiva. Con más o menos discurso que la sustente, pero es una idea. Con más o menos argumentos, y más o menos recursos, pero es una idea. Si esa idea, además, ha logrado convencer a cada uno de los que integran un equipo; si esa idea se deja madurar por el tiempo; si esa idea tiene intérpretes acordes y se trabaja con insistencia y perseverancia, esa idea gana. Y se convierte, por ejemplo, en la idea que lleva a España a la final del Mundial por primera vez en su historia.
Una idea también puede perder, contra otra idea: el fútbol es tan maravilloso que depende de múltiples imponderables, incluyendo el azar, los árbitros, alguna cosa rara que podemos resumir como destino.
Pero está demasiado claro que los que tienen una idea –sobre todo si es colectiva, solidaria, inteligente– le llevan un campo de ventaja a quienes no confían tanto en una idea como en la mezcolanza de las capacidades individuales.
Hoy la otra idea, la de Alemania, tuvo sus chances: estando 0 a 0 desperdició una opción de gol clarísima. Frente a un equipo que se especializa y también hoy se caracterizó por tener la pelota, la derrota le llegó –paradoja futbolera– a raíz de un error en un córner: dejaron solo a Puyol, en una jugada que casi pareció una imitación (aunque desde el otro lado) del tanto que Heinze le hizo a Nigeria.
Pero mucho más allá de un resultado, o de lo que pudo haber pasado y no pasó, la idea triunfadora de España es también simpática: se trata de una idea ultraofensiva (aspecto que también caracterizó los mejores momentos de Alemania) pero acompañada claramente de un trabajo que se hace costumbre.
La idea es tener la pelota, administrarla, hacerla correr más que a los propios hombres (¿cuándo medirá el Índice Castrol la cantidad de kilómetros recorridos por la pelota?), llevarla de acá para allá, a veces para adelante sí, pero si no se puede avanzar también para el costado o para atrás. El que tiene la pelota, según esta idea colectiva –que es una visión del mundo futbolero– tiene el poder. España tuvo el poder casi todo el tiempo en el partido contra Alemania.
Para tener la pelota y ser amigo de ella, claro, hay que estar cerca. Eso requiere y estimula el toque: la cercanía de los compañeros, de las distintas líneas. Los defensores no pueden estar lejos de los delanteros, y deben estar atentos, nunca pasivos.
Tener la pelota requiere, antes que nada, precisión. Esa es la gran virtud que persigue esta idea, incluso a veces dejando de lado la velocidad (lo cual a veces se tergiversa en el defecto de la parsimonia y la pereza). Hasta que el partido se acomoda, la rapidez no importa tanto, sino la exactitud en el pase, el cuidado en el manejo. Cuidar la pelota es, también, evitar riesgos: si la tiene uno, no la tiene el rival, desde ya. Pero además, se requiere estar prevenido: no hay que hacer pases que, sin ser un potencial peligro para el rival, pueden convertirse en un accidente que comprometa la propia valla. En ese sentido, la idea tiene algo de conservador, como todas las ideas.
Lo progresista de la idea es que todos tienen que saber jugar: no hay picapiedras en un equipo que apuesta de semejante modo al cuidado de la pelota. Serán burlados, seguro, aquellos que menos condiciones tienen para manejar la pelota, pero no son picapiedras ni han dejado de manejar las capacidades técnicas elementales. Es requisito imprescindible para formar parte de esta idea.
Y si también es un aspecto conservador de esta idea tener recursos que pueden no sonar líricos ni románticos –en especial centrales fuertes, de presencia física, que nunca se dan por vencidos– lo revolucionario y central de esta idea es la tremenda apuesta a un colectivo.
Para esta idea, los mejores jugadores no son los que hacen más goles, ni los más veloces, ni los que gambetean más y mejor. Para esta idea, los mejores jugadores son los que entienden que se trata de un juego colectivo y así lo juegan: complementan virtudes propias y de los compañeros, disimulan defectos y errores, conocen secretos. Todos para unos y unos para todos.
El marketing se encandila con jugadores impresionantes, en el sentido literal del término. El negocio, los medios, a veces incluso los consumidores del fútbol-juego, ponen la lupa en el que tiene las condiciones físicas más impresionantes –una tremenda velocidad, por ejemplo–; en el que desarrolla acciones impresionantes, que ningún otro podría.
Pero los buenos jugadores, los grandes jugadores, muchas veces –quizá la mayoría de las veces– no son impresionantes. Porque en general hacen las cosas muy sencillas. Y ni físicamente llaman la atención. Xavi e Iniesta son hoy el gran ejemplo de esa raza: dos petisos que andan por ahí, casi como perdidos. No tienen nada espectacular. No suben el rating ni despiertan demasiadas ovaciones repentinas en los estadios. Pero juntos son dinamita. Y separados también.
Desarrollan los conceptos de su manual en esa zona donde los partidos se dominan, se definen y se inclinan: el querido mediocampo.
Xavi e Iniesta son dos jugadorazos, que metidos como líderes de esta idea, se hacen un pic-nic con el asunto, porque se nota que la disfrutan.
Han sido, en los últimos años, los encargados de concretar en el Barcelona una idea parecida. Han estado, claro, a la sombra de Messi y sus goles, su juventud, su velocidad, sus publicidades. Messi es un jugador impresionante. Iniesta y Xavi son dos jugadorazos que juegan a una idea. Y por eso mismo no les influye tanto la posición en la que juegan, o los compañeros que tienen: cuando se juega a una idea se aprenden conceptos esenciales, no se memorizan movimientos mecánicos.
Hoy, Xavi e Iniesta –con la estructura del Barcelona como columna vertebral– dieron una (otra) lección de fútbol, con los ojos del mundo depositados en ellos, pero más que nada en el equipo que conducen y en la idea que exponen.
La idea de España, además, es bastante parecida a la que podríamos implementar en la Argentina, ¿no?: el cuidado de la pelota, sin necesidad de tanques o despliegues y repliegues físicos tan a la alemana, con jugadores bastante parecidos a los que se crían típicamente en estas tierras. Pero esa es otra historia, otra discusión.
Antes que nada, eso sí, debiéramos mirar bien el asunto: hay que apostar a lo colectivo, es la primera enseñanza. A lo colectivo y a lo conceptual. Los mejores jugadores son los que mejor hacen jugar a un equipo, no los que más impresionan. Los mejores jugadores son los que más jugo les sacan a sus compañeros y más fragilidades les desnudan a los rivales.
A veces tener tantos jugadores impresionantes en un mismo equipo, tantos jugadores que demuestran su capacidad para el desequilibrio individual, también es un problema. Porque resulta que no se puede sacar a ninguno. Y en afán de tenerlos a todos, lo que no tenemos es un equipo, un colectivo. Una idea.
Hoy Vicente Del Bosque decidió incluso sacar a Villa de la cancha, sabiendo que es el artillero de su equipo y que de contraataque podía marcar algún otro tanto que le asegurara el título de goleador del Mundial.
Lo colectivo, ahí está el secreto. Y dale con el todos para unos y unos para todos…
8 comentarios:
Que buena idea Juan! Un abrazo. M.M.
Muy buen post, Juan Pablo. Coincido en todo. España es como vos decis el equipo mas ofensivo del mundial, aun jugando sin delanteros netos como en parte del segundo tiempo vs. Paraguay con el partido 0-0. Estoy preparando un post sobre España que desde otro lugar llega a las mismas conclusiones.
Un abrazo!
En líneas generales el análisis es bueno. Ahora, me parece que te faltó un detalle fundamental: Xavi e Iniesta (y, creo que Menos Frágrega, todos los demás en mayor o menor medida también) juegan juntos todo el año. Está bien, ahí está la habilidad (que no es mucha, tampoco) de del Bosque y antes de Aragonés de aprovechar esa situación de clubes y trasladarla a la selección. Con esto quiero decirte que eso, así como lo planteas, acá es bastante imposible. Por la sencilla razón de que la española, como la alemana, son dos de las ligas más poderosas del mundo. ¿Entendés adónde va el punto? Si querés te lo hago más "político", ya que más o menos esa es la "tónica" lírica que le diste a la nota: en fútbol como la política hoy en día es un negocio de los poderosos, es una pena, pero es verdad. Se habla de la "hazaña" de Uruguay porque es un país minúsculo de América del Sur, pero no escuché (ni escucharé) que se diga que Alemania realizó epopeya alguna al quedar eliminada por España. Para lo que es el "mercado" de todas formas, el papel que hicieron Uruguay, Paraguay, Chile y hasta Argentina si querés, debería ser poco menos que la revolución. Saludos.
Jas, es verdad lo que decis, pero fijate que Holanda o Brasil (el finalista del otro lado, porque Uruguay o Ghana eran boleta seguro) tienen cosas mas parecidas a nosotros que a España o Alemania y asi y todo juegan mas asociados (sigo creyendo que la final era, como se anticipo desde el principio, Brasil vs. España)
El tiki-tiki de España es otra cosa, es parte de la identidad del futbol catalan y como todavia los catalanes son españoles, la furia se va a llevar la primera corona y la van a festejar solamente en Madrid, jaja. Pero es verdad que ese equipo es el Barsa mas Ramos, Capdevila, Xavi Alonso y Casillas. Lo que le falta es Messi...
Lo que digo, y capaz que acá coincida con Juan Pablo, es que con ese circuito y ese funcionamiento de Xavi, Iniesta y alguno más, adelante puede jugar Messi, Villa (ojo, no lo desmerezco, me parece uno de los mejores de esta copa), Samaras, el que juega con tacos altos en el Barza, Palermo o Daniel Petrucci. Lo que rescato de la nota es que Messi solo, Higuaín solo, Tevez solo, no existen si no se acoplan a una idea general. Por el contrario, tenés el caso de jugadorazos que quedan afuera de los equipos porque no pueden cambiar o la posición en la cancha o la velocidad o alguna característica que los hace no encajar en el planteo táctico.
Desde ya que el hecho de jugar juntos mucho tiempo aceita el funcionamiento. Está dicho en el post: la idea es una buena idea, pero además trabajada y madurada. Y es verdad, obviamente, que termina siendo una cuestión de poder. España y Alemania, dos de los mejores de este Mundial, tienen distintos estilos, pero coinciden en que son las estructuras de dos grandes -y poderosos- equipos (Barcelona y el Bayer) mejoradas con algunos "foráneos". De todos modos, eso no modifica el concepto. Más aún: con sus limitaciones -y justamente teniendo conciencia de ellas- Uruguay, por ejemplo, también es claramente una idea COLECTIVA. Y que tomó conciencia, como España, Alemania, Holanda, o Brasil, que la zona vital para ser mejor o peor que el rival, para imponer o no un ritmo, un esquema de partido, es el mediocampo. Lo planteo, sobre todo, como contraposición de lo que ideó Argentina: el golpe por golpe supone, por un lado, que el desequilibrio es más individual que colectivo; supone además que el mediocampo es una zona de mero tránsito, como a la pasada; y supone incluso que no hay que trabajar ni ensayar tanto, porque los buenos frutos son consecuencia de la inspiración y el talento personal.
Coincido tanto con lo que dicen que solamente aporto este otro dato para volver a lo que planteaba Jas al principio: al igual que Espana y Alemania, la seleccion de Italia tambien esta formada por jugadores solamente "locales" (que juegan en la liga italiana, digo).
Es cierto, pero el campeón italiano no tiene nigún jugador del país. Otro dato.
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