jueves, 8 de abril de 2010

Número puesto

Hace varios partidos que no mete un gol: demasiados no sólo para mi gusto si no, a esta altura, incluso para mis necesidades. Quedó empantanado en ese récord igualado, sin poder atravesar la frontera. Alguien tendrá derecho a pensar que es una suerte de maldición. Pero te bancamos, Martín. Y viene la advertencia al mundo futbolero, ahora que nada es color de rosa y todo parece cuesta arriba: la Selección Argentina necesita de Martín Palermo en el Mundial. Y apostamos a que el Diego, que de estas cosas entiende un toco,
sabrá inclinarse a la hora señalada para el lado que corresponde.
La discusión es una especie de debate de la abundancia, sin sojeros ni 4x4 pero con goles de todos los colores: tan bien andan por el mundo los delanteros argentinos que despiertan la duda respecto de cuáles de ellos deben ser convocados y cuáles de ellos quedarse afuera.
Tal como está el asunto –y exceptuando las cosas malas que el azar pudiera depararnos– el pequeño Lío es obviamente el que ya tiene su pasaje asegurado. Detrás, bastante cerca, lo corre el Pipita Huguaín, que antes era un ignorado pero a fuerza de redes rotas se ha vuelto bien visible para todos. Carlitos Tévez también la mete seguido y es del gusto de El 10, así que lo contamos. ¿Y cómo no incluir al yerno Kun Agüero, aunque ande de capa un poco caída respecto de lo que supo ser? Pero también anda descollando Diego Milito, en las filas del Inter que pelea por la Champions. Y se escuchan los reclamos –quizá un poco inoportunos y algo desubicados, pero reclamos al fin– del Chelito Delgado. Y hasta resuenan algunos gritos del Licha López, pese a ese nombre que tanto te hace acordar al Piojo.
Estamos en problemas, entonces.
Empezando por una cuestión de números: ¿para cuántos delanteros hay espacio en una lista de 23? Si partimos de la base de que el equipo va a jugar con dos de punta –eso parece hasta ahora–, pueden incluirse 5 o 6. No más.
¿Y entonces dónde metemos a Palermo?
No importa dónde, ni cómo, ni a costa de quién, pero Palermo tiene que estar en esa lista.
No sólo porque –esto no lo sabe nadie, pero yo lo percibí en el instante– el Diego se lo prometió al oído ni bien terminó el desastroso milagro clasificatorio cotra Perú en la cancha de River, sino porque entre tanto buen pie, con tanto buen jugador a disposición, nos va a hacer falta uno que sea distinto de los distintos. Y ese es Palermo.

Hasta la camiseta debiera ir teniendo su nombre. Palermo es número puesto: va con la 22 y se acabaron las discusiones.
Ahora, tratemos de racionalizar sobre el poder de lo irracional en el fútbol. Si vamos por el lado de la lógica y la normalidad, con los delanteros que tenemos, aparece garantizada cierta eficiencia. Cada partido es una historia y cada jugada un mundo, pero si Messi, Higuaín, Tévez, Milito y Agüero se cansan de hacer goles en lo que nos pintan como el fútbol más competitivo del mundo, no habría motivos para dudar de que alguna pepa meterán en el Mundial.
¿Y entonces por qué Palermo, ese delantero ya bastante veterano y de movimientos toscos, en medio de su peor racha, jugando para un equipo que va casi último en un fútbol que está en decadencia?
Porque el fútbol también necesita de alguna cuestión mágica a la que manotear cuando nos tapa el agua. Ya nos pasó con Perú, en plena eliminatoria, cuando todos pensábamos que era pan comido, cuando todos imaginábamos que vendría la goleada o que de última si se complicaba la cosa algún árbitro que entendiera del asunto inventaría un penal. Pero tuvo que venir Palermo.
¿Y quién te dice que en el Mundial no nos pasa algo así? ¿Qué sabemos de cuáles van a ser los expulsados o lesionados en el Mundial? ¿Quién te dice que en un momento –por qué no en la mismísima final?– no necesitemos una suerte de amuleto, un corpulento que ha demostrado llevar consigo la buena suerte (además de su oportunismo, su inteligencia, su potencia, su puntería, su ubicación)?
¿Y si acaso, mientras los otros están gastando a cuenta, Palermo está ahorrándose goles en el fútbol local porque necesita la pólvora seca en Sudáfrica?
Que el Diego no cometa el peor error que podría cometer, que es dejar fuera de su lista a Palermo. El segundo gran error que podría cometer es incluirlo y mandarlo, por ejemplo, a patear algún penal. Eso no, Diego, eso tampoco.
Pero a Palermo hay que tenerlo ahí, a mano, por si cualquier cosa. Las cosas no siempre salen como debieran, ni como se planean. Y si en un partido de los –ojalá– 7 la gambeta de Messi no fractura defensas; si la puntería de Higuaín no anda del todo bien; si la enjundia de Tévez no es suficiente… ¿quién te dice que Palermo no se mete, veterano y tosco, a arreglar el asunto?
¿Quién hubiera dicho que iba a hacerle el gol a Perú? Los mismos que hubieran dicho -o sea, nadie- del gol 100 con la rodilla rota, o de la conquista renga aquella noche contra River, en la Bombonera, cuando el Tolo Gallego se hizo el vivo en la previa y anunció que si Palermo jugaba en Boca él lo convocaba a Francescoli (ya ex jugador).
¿Y por qué no podría ocurrir en los primeros días de julio, por ejemplo, que en la previa del partido contra Brasil le pregunten a Dunga por la inclusión de Palermo en el banco de suplentes de Argentina? Y Dunga, muy canchero y muy suelto de cuerpo, imitando en conferencia al Tolo Gallego como ya lo hacía en la cancha, suelte una pequeña risita en portugués y prometa, con suficiencia, que si Palermo juega en Argentina él lo pone a Careca en su Brasil…
¿Quién te dice? Por eso… siempre hay que tener a mano un Loco optimista del gol.

1 comentario:

Daniel dijo...

Es una verguenza que Palermo tenga la mínima chance
Tevez, Messi, Aguero, Higuain, Milito, Lisandro Lopez, Bergessio, Boselli, Cvitanich, Parra, etc.
Todos son MEJORES que Palermo.
Palermo solo tuvo nivel de selección hasta 2004. Está acabado. Es una falta de respeto para todos los demás jugadores.
Hizo un gol de pedo, producto de un rebote, EN OFFSIDE. Si el línea tenía huevos, lo anulaba y nos dábamos cuenta que No sirve ni siquiera para salir del offside.
NO A PALERMO, PERDEMOS UN LUGAR EN LA LISTA POR UN EX JUGADOR.