"Rechazo ser travesti del sistema, esa podrida máquina social que hace un hombre deje de ser hombre, obligándolo a tener un despertador en el culo, un infarto en el cuore, una boleta de Prode en la cabeza y un candado en la boca", escribió Roberto Santoro en la revista "Rescate", el 16 de octubre del '73. En el '77 lo secuestraron las Fuerzas Armadas y desde entonces está desaparecido.
Santoro, periodista, futbolero, porteño, era Toto o El Pelado. Además de los 12 libros que publicó entre el '62 y el '75, dejó una obra imperdible: una recopilación de textos futboleros y futbolosos, que se publicó en el año '71 bajo el nombre de "Literatura de la Pelota".
Autor de -entre otras cosas- "Oficio desesperado", "Pedradas con mi patria" y "No negociable", este bohemio que nació en el año '39 dejó recuerdos imborrables en la memoria, incluyendo la revista "El Barrilete", donde hubo lugar para los poetas del tango.
La reedición de "Literatura de la Pelota", en el 2006, tiene un prólogo de Alejandro Apo: dice que en las páginas de ese libro encontró "la pasión por el fútbol, la dignidad conmovedora del juego y el homenaje inclaudicable a la lucha". Y afirma, entonces, que sirve para "entender que el fútbol es mucho más que un juego. Es un vehículo de ideas".
Santoro tenía esas cosas... se hacía el sociólogo para decir que en el fútbol se ve "uno de los elementos latentes de la ciudad" en que "convergen fuerzas de singulares características emocionales". Y soltaba máximas rotundas, que tal vez ni el mismo se creía (o sí): "un tipo que en un día de lluvia anda en auto y no te lleva hasta tu casa, ese tipo también es un fascista"; "todo uniformado es un hijo de puta, anche heladero o portero".
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